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Un evento es magia pura.
Siempre me ha fascinado como, tras meses de preparación y con todo lo que podría salir mal, el día del evento las puertas se abren, llegan el equipo de producción, los proveedores, los clientes, los asistentes, etc… y todo funciona como se ha planificado.
Mi trabajo como fotógrafo es magnificar el evento y plasmar esa magia en imágenes hermosas que sirvan tanto a los propósitos del cliente final, como al organizador para promocionarse.
Por eso siempre hago un briefing previo con ambos donde marcamos las características de las fotografías que necesita y los objetivos a cumplir.
A partir de ahí se pueden desentender de mí y mi equipo, para concentrarse en lo importante, que es el evento.
Cuido los detalles. El dresscode, la actitud durante el evento, el trato amable y educado con los asistentes, etc… Esto transmite profesionalidad al cliente y habla bien del organizador.
En las imágenes trato de representar el ambiente del evento, pero además siempre hago fotos de los detalles, del making-of y del equipo de producción. De esta forma el organizador también tiene imágenes que hablen bien de su trabajo para promocionarse.
Trato de ser muy rápido en la entrega. Dependiendo del evento lo normal es que pueda entregar las imágenes al día siguiente. Pero si el cliente necesita un adelanto, o las fotografías de una parte del evento por adelantado, puedo entregarlas el mismo día, o incluso a lo largo del evento (por ejemplo, si las quieren proyectar).
Siempre en dos formatos: alta resolución para imprimir y resolución de monitor (para web, móvil, etc…)
Puedo entregar las imágenes por diferentes medios: discos duros, Wetransfer, Google Drive… ¡Incluso imprimirlas para los asistentes!
La imaginación es el límite.
John Ribes
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